Se dice que todos los seres humanos tenemos un lado obscuro de nuestra personalidad, rasgos o características que preferimos mantener ocultos o simplemente desconocemos de nosotros mismos, posiblemente podamos percibir que albergamos dentro de nosotros algunos sentimientos que no son de nuestro completo agrado, como cuando sentimos envidia, cuando sentimos el deseo de venganza, o cuando nos complacemos muy secretamente de la desventura de otros y si se trata de alguien a quien consideramos nuestro enemigo, mucho mejor; Yo he percibido ligeramente la sombra en algunas personas cuando las escucho decir ante la toma de una difícil decisión: “De que lloren en su casa o en la mía, pues mejor que lloren en su casa ” o también ejemplificado en el dicho popular que dice “El que nace pa’tamal; del cielo le caen las hojas” como si la desgracia de una persona fuera consecuencia exclusiva de sus actos y omisiones, he percibido la forma más sutil de la sombra cuando escucho a las personas burlarse de otras, cuando veo que alguien abusa de algún minusválido o se niega a prestar ayuda a algún discapacitado; para muchos de nosotros esto es ya casi normal, el desinterés que existe entre las personas, y la falta de compasión es el típico “Ese es su problema y no el mío”. Sé que para muchos es difícil admitir abiertamente e inclusive ante nosotros mismos que tenemos esos sentimientos obscuros, sin embargo ahí están, se dejan ver a veces, aunque la mayoría del tiempo permanezcan sumergidos en nuestra inconciencia.
Existen formas y actos más evidentes de la obscuridad del ser humano, solo basta con ver las noticias o leer el periódico local un solo día, casi todo trata de los hechos en los que los perpetradores de los crímenes sucumbieron ante sus demonios; pero esos son “ellos”, los delincuentes, los criminales, en ellos es fácil reconocer el lado obscuro, su maldad es evidente y eso nos lleva a pensar que en comparación nosotros somos unos seres de luz, prácticamente unos santos.
¿Y como será para el resto de nosotros, “los normales” ? Los que vamos a misa los domingos, los que no robamos en las empresas en las que trabajamos, los que damos una limosna de vez en cuando al anciano que mendiga en las calles, los que pagamos nuestras deudas puntualmente, los optimistas y positivos, los que meditamos, hacemos yoga y leemos kilos de libros de superación personal, ¿Existe en nosotros un lado obscuro? La respuesta la podemos saber solo si tenemos el valor de ir en búsqueda de ella en lo más profundo de nuestro ser o bien si algún día pasa algo en nuestras vidas que nos arroje en la cara nuestro lado más obscuro y nos pase como le ocurrió al famoso personaje del extraño caso del Dr. Jakyll y Mr. Hedy, quien contaba con una personalidad dulce y apacible la mayor parte del tiempo y otra, todo lo contrario, lleno de ira, odio y vergüenza.
Dice el famoso Psiquiatra Carl G. Jung en el libro “El encuentro con la sombra- El poder del lado oculto de la naturaleza humana” del cual es coautor que: “La sombra personal se desarrolla en todos nosotros de manera natural durante la infancia. Cuando nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad -como la buena educación y la generosidad, por ejemplo, cualidades que, por otra parte, son reforzadas sistemáticamente por el entorno que nos rodea. No obstante, al mismo tiempo, vamos desterrando también a la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra imagen ideal -como la grosería y el egoísmo, por ejemplo-. De esta manera, el ego y la sombra se van edificando simultáneamente, alimentándose, por así decirlo de la misma experiencia vital”.
Esto podría significar que todos los seres humanos tenemos una sombra que nos acompaña durante el largo de nuestras vidas y que para conocernos bien y completamente tenemos que enfrentarnos y descubrir nuestro propio lado obscuro.
La pregunta obligada ahora es: ¿Cómo?, ¿Cómo podemos descender a las profundidades de nuestro ser sin que con el descenso se lesione nuestra auto imagen con la obscura verdad que se esconde en el sótano de nuestro “Yo más oculto” ? y la siguiente pregunta es: ¿Y luego, que voy a hacer? Esta última pregunta es la que nos deja inmóviles ante la posibilidad de ir en búsqueda de nuestra sombra. Solo que… nuestro encuentro es inevitable y ocurre cuando menos nos lo esperamos; dice el mismo autor: “sólo podemos ver a la sombra indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos cuando, por ejemplo, nuestra admiración o nuestro rechazo ante una determinada cualidad de un individuo o de un grupo -como la pereza, la estupidez, la sensualidad o la espiritualidad, pongamos por caso- es desproporcionada, es muy probable que nos hallemos bajo los efectos de la sombra. De este modo, pretendemos expulsar a la sombra de nuestro interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo inconsciente por desterrarlas de nosotros mismos.” Esto, en otras palabras más simples significa que podemos ver nuestra propia sombra reflejada en otras personas cuando lo que percibimos en ellas es algo que nosotros mismos proyectamos, es decir, los demás son nuestro espejo y si vemos en otros la grosería, el egoísmo, el desdén, el desinterés y la maldad y reaccionamos de manera desproporcionada, escandalizándonos por lo que presenciamos o vemos, es porque existe también dentro de nosotros y es por eso que lo rechazamos tan duramente.
La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis modalidades diferentes para descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana:
· En los sentimientos exagerados respecto de los demás. («¡No puedo creer que hiciera tal cosa!»«¡No comprendo cómo puede llevar esa ropa!»)
· En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo. («es la tercera vez que llegas tarde sin decírmelo. »)
· En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas. («Sam y yo creemos que no has sido sincero con nosotros.»)
· En las acciones impulsivas o inadvertidas. («No quería decir eso.»)
· En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados. («Me avergüenza su modo de tratarme.»)
· En los enfados desproporcionados por los errores cometidos por los demás. («¡Nunca hace las cosas a su debido tiempo!» «Realmente no controla para nada su peso.»)
También podemos reconocer la irrupción inesperada de la sombra cuando nos sentimos abrumados por la vergüenza o la cólera o cuando descubrimos que nuestra conducta está fuera de lugar. Pero la sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece porque descubrirla puede constituir una amenaza terrible para nuestra propia imagen". (sic)
El concepto de la sombra evidentemente no es nuevo, los antiguos griegos inscribieron en el templo de Apolo dos frases muy significativas hasta la fecha, la primera de ellas fue ”CONOCETE A TI MISMO”, lo cual significa obviamente Conoce todo de ti ,muy especialmente tu lado obscuro y la otra “NADA EN EXCESO” esta frase solo puede aplicar a quienes han conocido ya el fondo de su lujuria, su ira, su orgullo, su rabia, su gula- en general todos los vicios o pudiésemos decir todos los pecados- cabe aclarar que en algunos no ha de ser un fondo profundo, solo que debemos saber cuál es nuestro limite, hasta donde somos capaces de llegar, que otra parte de nosotros esta oculta a la vista de todos inclusive escondida para nuestros propios ojos, solo haciendo consiente lo que esta inconsciente dentro de nosotros es que lograremos convertirnos en seres que crecen y que trascienden, "si la negación persiste, ni siquiera nos daremos cuenta de que no nos damos cuenta".