"¡¡ Quiero saber, porque me tratas así???!!!

La Violencia masculina en la pareja

Mario A. Payarola 1
http://www.aaps.com.ar/dinamica/10/Payarola.htm
Sumario:
El presente artículo pretende mostrar las principales características de personalidad de los hombres violentos que deben tenerse en cuenta para el adecuado manejo de los casos que podrían asistir a la consulta.
Todo agente de salud debería poseer estos conocimientos básicos para tener la posibilidad de detectar y prevenir la violencia conyugal.
Palabras claves:
Violencia conyugal, violencia masculina, doble fachada, negación, externalización de la culpa, justificación, minimización, control, celos, aislamiento, conducta aprendida.
Introducción:
La mayoría de los especialistas de todo el mundo dan por cierta la estadística que indica que el cincuenta por ciento de la población ha sufrido algún tipo de violencia dentro del ámbito familiar. Las formas más comunes de violencia familiar son el maltrato infantil, la violencia conyugal y el maltrato a los ancianos. No sería extraño, pues, que dentro de nuestra práctica clínica se nos consulte por algún caso de violencia conyugal. Pues bien, es además el hombre quien estadísticamente comete más actos de violencia dentro de la familia y de la pareja. En esta última el hombre es responsable del 75% de los episodios de violencia (el hombre que maltrata a su mujer), los casos de violencia cruzada se los calcula en el orden del 23% (ambos integrantes de la pareja se maltratan) y los casos en los que el hombre es víctima de violencia de parte de su mujer, alrededor del 2%.
La violencia conyugal es un fenómeno tan extendido, que se lo considera como problema social grave que afecta a innumerable cantidad de mujeres de todas las edades y cuyas estadísticas son semejantes en diversos países de Occidente. El hecho de que sea el hombre quien ejerce la violencia en un setenta y cinco por ciento de los casos, nos indica que el problema tiene profundas raíces en nuestra sociedad toda.
Método:
Deseo transmitir en este trabajo mi experiencia profesional en la tarea con hombres violentos y elijo como método simplemente la descripción fenomenológica existencial de los mismos tal como se nos presentan a la consulta. Esta experiencia la he obtenido dentro de un equipo profesional diseñado para el tratamiento de la violencia masculina (en los últimos cinco años) habiendo realizado un gran número de entrevistas de admisión así como también en la coordinación de grupos de hombres.
Resultados
Existe un concepto básico de la violencia conyugal que es el Ciclo de la Violencia, desarrollado extensamente por la Dra. Leonore Walker. El ciclo descripto consiste en una fase de acumulación de tensión, período durante el cual el hombre observa determinadas actitudes o conductas de su pareja que le originan determinados sentimientos que no expresa y que se acumulan en su interior. Luego viene una fase de descarga a través de la violencia física, psicológica o sexual. La tercera fase es denominada de luna de miel o de arrepentimiento. En esa etapa el hombre se da cuenta que le ha producido daño a su pareja y le promete que nunca más sucederá. Pide disculpas y cree que va a cambiar. La mujer también cree en su arrepentimiento y generalmente considera que es un episodio aislado y ambos integrantes de la pareja creen entonces que el episodio se produjo por exceso de trabajo, por problemas familiares, etc.
Sin embargo, a lo largo del tiempo que dure la relación de pareja, estos episodios se repiten en un período cada vez más corto y generalmente cada vez con mayor intensidad. La mujer se da cuenta de que el hombre no cambiará su conducta al menos que consulte con algún terapeuta. Generalmente el hombre no lo hace y entonces ella le dice que si no cambia se tendrá que separar o bien se irá ella de la casa con sus hijos.
Si bien existe una tipología del hombre violento esbozada por el Dr. Donald Dutton (1997) sobre la cual no me detendré, deseo destacar que el hombre que con más frecuencia consulta es el denominado cíclico, y lo hace precisamente en el momento del ciclo en el cual se siente arrepentido o bien cuando su pareja se retiró del hogar o lo abandonó.
Es en ese preciso momento que el hombre tiene la motivación para iniciar el proceso de cambio.
Pero vayamos entonces a sus características de personalidad que nos permitirán comprender el tipo de conductas que despliega.
La característica más destacable es lo que se denomina "doble fachada", mediante la cual puede observar una conducta social aceptable mientras que, en el ámbito privado, despliega la violencia hacia su pareja. Esto hace que la mayoría de las personas no le crean a la mujer cuando por algún medio denuncia los episodios de violencia. El hombre violento se demuestra amable o excesivamente amable con sus vecinos y compañeros de trabajo, por lo cual tenderán a creer la versión de él, llegando a pensar que la mujer tiene sus facultades alteradas, etc. La mujer puede mostrarse confundida o desaliñada producto de muchos años de ser sometida a malos tratos. Puede, incluso, padecer diferentes trastornos psicológicos, a causa de la violencia, mientras que él parece estar siempre impecable, coherente en su discurso, etc.
Generalmente el hombre niega su violencia, incluso frente a nosotros los profesionales. Es frecuente escuchar: "Puede que alguna vez la haya empujado", "sólo le pegué dos veces en mi vida". Es importante destacar que no sólo niega su violencia sino que niega y minimiza las consecuencias de la misma. No tiene ningún registro del daño infligido. Escuchamos esta frase: "Porque le grité fuerte mire el lío que hizo. Me puso una denuncia por violencia familiar, dice que yo le pego". Cuando reconoce su violencia lo hace en un pequeño grado: "Es cierto doctor, el otro día le pegué por primera vez por lo cual estoy arrepentido, pero creo que nunca más volverá a suceder".
La justificación es otro componente típico y el argumento de la provocación es clásico. "Es cierto doctor, a veces le grito o la insulto, pero es porque ya me tiene harto con sus provocaciones", "Mi mujer también es violenta pero de palabra, yo no sé por qué no se hace ver por un psiquiatra". De esta manera el hombre logra poner la culpa en lo externo y no responsabilizarse por sus actos. Puede hacerlo también a través de otras justificaciones "tengo muchos problemas económicos y no me alcanza la plata, por eso estoy nervioso y contesto mal", "nosotros nos llevamos bien pero es mi suegra la que siempre se mete en nuestra vida", "mi esposa tiene poco carácter, entonces yo reacciono mal".
Dentro de las conductas violentas se encuentra el control de las actividades de la mujer. El hombre no tolera que ésta lleve a cabo actividades que tienen que ver con su independencia, quiere mantener todo bajo control. Tiene una excesiva dependencia emocional de su pareja, por eso le resulta intolerable que ella se vaya, lo abandone. Él interpreta todas las actividades de ella como abandono y por lo tanto tienen el componente de los celos. Siente celos si ella le dedica mucho tiempo a los hijos, a hablar con sus amigas, con su madre, si tiene un trabajo o estudia, con los compañeros de trabajo, etc.
Generalmente el hombre trata de aislar a su grupo familiar y a su pareja del contacto con otras familias y por tanto limitar el contacto social al mínimo produciendo así un "cerco" sobre la mujer. "No sé por qué te vas a ver con tus amigas, seguro son todas putas", "No quiero que vayamos a lo de tu vieja, los fines de semana son para descansar en familia", etc.
Discusión
Existen varios ítems pasibles de ser discutidos cuando se habla de la violencia masculina pues es un tema escasamente investigado. Si no fuera por los movimientos feministas de los años setenta el problema de la violencia hacia la mujer estaría totalmente invisible para los ojos de los agentes de salud. En los primeros tiempos se quiso abordar la violencia masculina desde la perspectiva de la psiquiatría tradicional y desde el psicoanálisis y la terapia sistémica. Estos métodos han fracasado porque favorecen la justificación de la violencia y le quitan responsabilidad a quien la ejerce. La psiquiatría mirando al sujeto a través de un cuadro psicopatológico, el psicoanálisis al interpretar la conducta violenta como "descarga" de los impulsos agresivos y la terapia sistémica al igualar víctima y victimario como participantes del mismo sistema. Es importante, pues, no sólo adoptar un modelo de defensa de la mujer maltratada sino también visualizar de qué manera funcionan en el terapeuta los estereotipos de rol masculino y femenino para distinguir correctamente que conductas éticas debemos seguir si queremos prevenir la violencia. Con nuestras intervenciones corremos el riesgo de justificarla o por el contrario detenerla logrando que el hombre se responsabilice por la misma y ponga todo su esfuerzo por erradicarla. Debemos tener en cuenta que nada justifica la violencia.
A lo largo de mi experiencia profesional me he enterado de diversas actitudes que podemos considerar iatrogénicas como por ejemplo un hombre que me vino a consultar diciendo lo siguiente: "Lo vengo a ver a usted porque quiero saber si soy violento o no, pues la psicóloga que me atiende dice que yo no lo soy, ella dice que soy un tano calentón". Como podemos ver con este ejemplo, la terapeuta con su intervención minimizaba su responsabilidad por diversos y graves episodios de violencia, por lo cual el sujeto difícilmente hiciera algo para cambiar.
Conclusiones
La mayoría de los especialistas sostienen que la violencia es una conducta aprendida. El aprendizaje es un proceso muy complejo que aún está en discusión. Sin embargo se sabe que existen dos formas básicas de aprender, que son la observación y la imitación. Un gran porcentaje de hombres han sido testigos de violencia conyugal en sus infancias como también muchos de ellos han sido maltratados físicamente, psicológicamente, sexualmente o bien han sido abandonados. La conducta violenta es reforzada por la sociedad que sostiene un cúmulo de creencias respecto del hombre y de la mujer. Al hombre se le permite expresar violentamente y hasta podríamos decir que se sostiene que aquel hombre que no lo hiciera no es suficientemente hombre. En la mujer se trata de que reprima su expresión de violencia y si lo hiciera se dice que es poco mujer, etc. Se han hecho numerosos estudios acerca de la socialización genérica. Sería muy extensa la discusión de este tema en particular pero baste decir para concluir que si la violencia es una conducta aprendida, los terapeutas de hombres violentos manejamos determinadas técnicas adecuadas para lograr que éstos aprendan formas no violentas de relacionarse con sus parejas y de esta manera lograr un cambio que favorezca el normal desarrollo del grupo familiar.
Bibliografía
1. Corsi, J. "Violencia familiar" Ed. Paidós, Bs. As., 1992.
2. Corsi, J. "Violencia masculina en la pareja", Ed. Paldós, Bs. As., 1995.
3. Dutton, D y Golant, S. "El golpeador, un perfil psicológico", Ed. Paidós, Bs. As., 1997.
4. Russell, M., Hightower, J., Gutman, G. "Stopping the violence" British Columbia Institute on Family Violence, Berrweil Atkins Ltd., Vancouver, 1996.
5. Walker, L. "The battered wornan" Harper and Row, New York, 1979.
6. Walker, L. "The battered woman syndrome" Springer, New York, 1984.
Notas al pie:
1Licenciado en Psicología (U.B.A.1977) Profesor Asociado de Psicología de la Personalidad, Universidad del Salvador. Profesor auxiliar de la materia Psicoterapias Breves, Universidad de Buenos Aires. Coordinador de grupos de hombres violentos. Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar. Dirección profesional: Av. Las Heras 2371 - 7 "E"- Capital Federal. Teléfono: 4806-5115.


Perfil del Hombre Violento

El  perfil del hombre violento no puede ser categorizado por variables tales como: edad, clase social, nivel educacional, ocupación, religión, lugar de residencia, etc., debido a que puede configurarse con cualquiera de las variables mencionadas, lo cual no implica dejar de reconocer que, la asociación entre algunas de ellas, puede potenciar el riesgo de conductas violentas.
Investigadores de distintos países, incluido el nuestro, han elaborado importantes aportes a fin de ir conociendo el perfil del hombre violento. En tal sentido, pueden ser consideradas, a los fines analíticos, en cinco dimensiones:
Dimensión comportamental: comprende la gama de conductas, amenazas, agresiones verbales y físicas que realiza una persona.
  • Deseo de control: vive obsesionado por ejercer el dominio entre quienes lo rodean, especialmente hacia su mujer e hijos/as. Argumentan: “yo controlo todo, para vivir bien”, en proceso de recuperación reconocen: “tenía todo bajo control porque tenía miedo”.
  • Celos: pueden convertirse en una obsesión. Sonkin señala: "Los celos deben entenderse como un indicador significativo de su potencial homicida".
  • Doble fachada: por lo general, en público es seductor, simpático, amable, pero en la intimidad de su hogar puede llegar a ser muy agresivo y violento. No es extraño caer en la seducción de su discurso, incluso para jueces, policías, profesionales, amigos y parientes.
  • Aislamiento: impone el aislamiento social de su entorno familiar, una vez que se ha cerrado el cerco se acrecienta el dominio sobre su víctima, y no es casual que la mujer exprese que su casa se convierte en una verdadera “cárcel”, se asegura que ella no se irá quitándole el dinero, las llaves del auto y dejándola encerrada hasta que él llegue, es decir prácticamente un secuestro en el propio hogar. Una mujer relata: llegó un momento que ni al almacén podía ir, otra comenta: antes de salir me dejaba desconectado el teléfono y me encerraba en casa, estaba embarazada y una vecina me alcazaba la comida por la ventana.
  • Abuso de alcohol/drogas/medicamentos: cabe destacar que no es la causa de un comportamiento violento, a pesar de lo cual se ha comprobado una frecuente asociación, ya sea porque potencia el enojo y la peligrosidad o porque inhibe el autocontrol.
  • Repetición del ciclo de la violencia: cuantas más denuncias y episodios de violencia en períodos más cortos de tiempo, mayor peligrosidad del agresor e indefensión en la mujer.
  • Violencia hacia terceros: cuanto mayor desenfado e inhibición ante jueces, policías y terceros, más riesgo para la mujer y los/as hijos/as.
  • Violentos con las mascotas: pueden llegar a recibir maltratos a causa de la ira del agresor.
  • Violencia al volante: el auto puede llegar a convertirse en trampa mortal para sí y terceros, abusa del riesgo y la velocidad.
  • Posesión de armas: se presenta en este perfil de hombre una mayor frecuencia en la posesión y uso intimidatorio de armas de fuego, no obstante lo cual cualquier objeto hogareño especialmente los cuchillos pueden convertirse en armas mortales, como así también utizar los puños y los pies u objetos como escobas, cinturones, almohadones ( para asfixiar), hierros calientes (planchas) cigarrillos . La peligrosidad aumenta cuando ya las ha usado o ha amenazado con ellas ha su entorno íntimo.
  • Descencadenantes de la violencia: hechos triviales, que por lo general más tarde no se recuerdan.
  • No cumple las promesas: ni los pactos, tiene dificultades para acatar normas y límites, incluso los impuestos por el juez.
  • Conductas poco asertivas: es decir con dificultad para ejercer sus derechos sin atropellar los de los demás.
  • Golpes físicos: algunos con marcas imperceptibles y otros llegan a ser invalidantes (especialmente en la cabeza, en el cuello, y área abdominal durante el embarazo.
  • Cambios súbitos e impredecibles de humor: en un momento está bien y rápidamente explota. Al llegar al hogar la mujer y los niños comienzan a inquietarse porque ...hoy no sabemos como va a llegar papá.
  • Destruyen objetos: principalmente aquellos significativos para la mujer y los chicos (Por.ej. romper los títulos originales de médica, abogada, destruir diccionarios y libros de texto a profesoras, juguetes a los hijos/as).
  • Espionaje: en algunas ocasiones emplea tácticas de espionaje o contrata a terceros, graba las conversaciones o desgraba el contestador telefónico, controla las salidas y las amistades de su mujer a través de sus hijos, compañeros de trabajo, familiares y amigos.
  • Autoreforzamiento del comportamiento violento: una vez iniciado se potencia a sí mismo, y no se sabe cómo puede terminar (Donald DUTTON).
  • Inmadurez: por momentos sorprende por su agresividad y en otras ocasiones por sus conductas infantiles.
  • Irregularidades en el manejo del dinero: desbordes de ganancias y pérdidas y/o estafas. Decisiones arbitrarias en la distribución de recursos, suelen no pagar con regularidad la cuota de alimentos, pero compran una computadora o proponen vacaciones en el exterior.
  • Simulacros de irse ... y volver.
  • Simulacros y/o amenazas de suicidio u homicidio hacia su pareja, sí mismo e hijos/as, situación extremadamente peligrosa.
  • Amenazas: a fin de que sus comportamientos no trasciendan al exterior.
  • No concurre a solicitar ayuda: por propia iniciativa, sino a pedido del juez o ante la posibilidad de abandono por parte de su mujer o ante una situación que percibe como límite.
  • "Divide y reinarás": utiliza la estrategia de enfrentamientos a fin de obtener beneficio personal.
  • Discrimina y genera competencia entre sus hijos/as.
  • Familia de origen: cuando la mujer intenta averiguar, especialmente en el noviazgo acerca de las relaciones entre los miembros de su familia origen evita hablar del tema o da una versión falaz.
  • Mentiras: es frecuente que sus dichos no sean ciertos, sino adaptados a su conveniencia.
  • Quiebran la conversación: pasando de un tema a otro.
  • Mensajes telefónicos: no comunica los mensajes o los borra del contestador telefónico.
  • Incapacidad de alternativas al conflicto: por lo general reacciona de inmediato y con violencia, con escasa posibilidad de recursos para soluciones pacíficas.
  • Lenguaje confuso: a fin de poder engañar y desdecirse de sus dichos.
  • Busca aliados: en su entorno hace proselitismo para su causa. Utiliza a los hijos de mensajeros o espías de las actividades de la madre. Trata de comprometer e intenta la complicidad de los profesionales y coordinadores de los grupos de ayuda mutua.
  • Usa frecuentemente el sexo: como señal de poder, recriminando a la mujer lo que en realidad son sus propias falencias y/o problemas ( insultos frecuentes: frígida, lesbiana, puta, atorranta) . El lenguaje a menudo presenta un contenido sexualizado y cosificante hacia la mujer.
  • Dificultades y conflictos en el ámbito laboral: con sus compañeros y/o personal jerárquico.
  • Selecciona a la víctima: escoge el lugar y forma de ataque.
  • Recurre al acoso: como una manera de tomar contacto con la víctima, y hasta persigue a la mujer en el trabajo o cuando está con sus amistades o nueva pareja.
  • Anónimo: no siempre se identifica, a veces, recurre a terceros para enviar mensajes, o recurre a llamados telefónicos anónimos (o llama y cuelga), o envía misivas sin firmar.
  • Regalos: obsequia regalos de manera interesada, inoportuna, y para lograr el perdón
Dimensión Psicodinámica: comprende las esferas psíquicas, conscientes e inconscientes. Integran esta dimensión los afectos, los sentimientos y las emociones.
  • Baja autoestima: se sienten inseguros, tanto en el papel de hijos como en el de padre, amante y/o esposo.
  • Pensamiento mágico: proyectos irreales, faraónicos, muchos de los cuales terminan en frustraciones. Cuando ingresan a un grupo psicoeducativos pretenden solucionar su problema con la violencia de manera rápida y definitiva.
  • Expectativas irreales: esperan que sus esposas e hijos cumplan con sus deseos no explicitados, tienen dificultades para verbalizar sus sentimientos, y luego están, como ellos mismos, dicen “decepcionados”. (Por ejemplo planifican un viaje sin consultar a su esposa, y querer darle una sorpresa o comprar algo que no condice con lo que ella desea).
  • Dificultad para expresar sus sentimientos: en algunas ocasiones lo hacen a través de sus conductas, “desde que se fue no fumo, no duermo bien..”.
  • Desarrolla largos monólogos: pueden durar varias horas, especialmente en horarios nocturnos, pregunta y se contesta a sí mismo, no espera una respuesta, no escucha pese a decir que desean dialogar, se tornan situaciones prolongadas peligrosas e irritantes. Puede llegar a ser con el tiempo muy destructivo a nivel emocional para la víctima. Doble mensaje: “te hablo, te ignoro”. Aparentemente busca una solución consensuada, pero no se apartan de su rigidez conceptual.
  • Omnipotencia: ¿Para que vas a ir al médico, si nadie te conoce como yo?. “Lo digo yo y basta”.
  • Narcisismo: “se mira en el espejo y dice: mirá que lindo que soy tengo los ojos celestes, en cambio vos estás cada vez peor”.
  • Obsesividad: "Cuando llegaba a casa, lo primero que iba a controlar era que los soldaditos de colección estuvieran alineados".
  • Emocionalmente empobrecido y vulnerable.
  • Gran capacidad de persuasión.
  • Dependencia emocional de la mujer: esta dependencia puede ser fatal cuando la mujer decide abandonarlo: “ella es todo para mi, si se va no respondo de las consecuencias”.
  • Depresión: es frecuente que sufran estados depresivos.
NOTA IMPORTANTE: Fuente de esta información: Violencia familiar, liberarse es posible. Autora: Lic. Cristina Bertelli, Argentina. http://www.cristinabertelli.com.ar

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