Protegiendo a los niños, nos curaremos todos!

Encabeza Tijuana quejas por abuso infantil

Fuente de la información: El Sol de Tijuana
3 de enero de 2010
por Alejandro Bojórquez

Tijuana.- De los cinco municipios que conforman Baja California, Tijuana se ubica en primer lugar en incidencia de abuso sexual infantil. Además de ello duplica la cantidad de casos presentados durante el año 2008, según datos revelados por la Coordinación Jurídica del DIF estatal.

El 90 por ciento de la violencia sexual que sufren los menores proviene de la familia, y es Tijuana la que registra el 57 por ciento de agresión sexual a infantes, indican estadísticas oficiales de la Subprocuraduría de la Defensa del Menor y la Familia en Baja California.

Sin embargo, durante 2008 se presentaron 182 denuncias por abuso sexual a menores en esta ciudad, mientras que en el 2009 un total de 693 casos se registran en Baja California, en Tijuana se presentaron 396 acusaciones, Mexicali registra 22 por ciento, aproximadamente 153 denuncias por este delito, reveló la subprocuradora de la Defensa del Menor y la Familia en Tijuana, María del Carmen Sánchez Arias.

En el portal oficial de UNICEF, quienes manifiestan bajo el lema "Los niños y niñas son prioridad", indican que las dos ciudades mexicanas con mayor casos de abuso sexual infantil, refiere a Tijuana y Ciudad Juárez, debido a que son zonas fronterizas, pero expertos en la materia expresan que no es justificable, ya que existen otras ciudades que también son frontera y no figuran con altos porcentajes sobre agresiones sexuales a menores.

"Las autoridades gubernamentales no tienen excusa al decir que Tijuana es una de las ciudades con mayor índice de casos en abuso sexual infantil, y esto obedece a que es frontera, pero yo me pregunto, Nogales, Reynosa, Nuevo Ladero, también son frontera, por qué no figuran como ciudades con alto índice de casos en violación sexual infantil, carecemos de atención sobre este tema por parte de las autoridades", precisó la psicóloga Celina Quijano Robles.

Las agresiones sexuales a menores dentro de las aulas o centros educativos no se han hecho esperar, pues últimamente docentes son involucrados en actos impropios hacia estudiantes. Los acusados logran desprenderse de la situación por las buenas relaciones que tienen con líderes sindicales o bien el mismo Sistema Educativo Estatal, pero no todos tienen la misma suerte, pues hay docentes quienes pugnan una condena o están en un largo proceso penal en calidad de presuntos agresores en espera de un veredicto.

Las penas por violación sexual a menores van de 12 a 25 años en prisión, estadísticas de la Secretaría de Seguridad Pública en Baja California, las cuales catalogan las agresiones sexuales como de moderado impacto, revelan que durante el año 2008 un total de 622 personas pugnan un proceso penal por abuso sexual a menores, mientras que en el 2009 hasta el mes de agosto se procesan 346 personas por dicho delito.

Existen programas lanzados a beneficio de la comunidad, tal es el caso de "DIF 075 tu línea amiga", con el fin de recibir llamadas para denunciar casos de abuso sexual a menores, entre otros que aquejen a la mujer y al menor.

La Coordinación Jurídica de DIF estatal, a cargo de la licenciada Yadira Velázquez, indicó que existen dependencias estatales que trabajan en coordinación como INJUVE, INDE E IMUJER, las cuales buscan prevenir el abuso sexual a menores, lanzando campañas para no callar estos delitos, pues en su mayoría los menores prefieren el silencio por temor a represalias por parte del agresor sexual.

En este año que finalizó, Tijuana se coloca en la primera posición con el mayor número de casos sobre abuso sexual infantil con 396 acusaciones, seguido por Mexicali que registra 153 denuncias, Ensenada con 76 casos, según estadísticas del DIF estatal.

En Tijuana se dobla la cantidad de casos presentados por abuso sexual infantil durante el 2009 comparado con el año pasado, donde se registraron 182 acusaciones, mientras que en este se registran 396 acusaciones, reveló la subprocuraduría de Defensa del Menor y la Familia.

Una disminución en personas recluidas por el delito de abuso sexual a menores, las cuales pudieron abandonar el penal por razones como cumplimiento de condena o no encontraron pruebas y los declararon inocentes, según estadísticas oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California.
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Fuente de esta información: Atención Abuso Sexual Infantil
Libro editado por el Instituto Madrileño del Menor y la Familia
Consejería de servicios sociales
Comunidad de Madrid

EFECTOS PSICOLÓGICOS DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL
Blanca Vázquez Mezquita

Los delitos sexuales son, con los malos tratos en general, sucesos donde hasta ahora prevalece una alta incidencia de cifra oscura, no denunciada ante la policía u otros agentes sociales, siendo muy difícil establecer cifras fidedignas de incidencia real.

Los trabajos epidemiológicos recientes sobre población española tienen el inconveniente de realizarse sobre población adulta, con la distorsión cognitiva y motivacional debida al paso del tiempo, al modelo de encuesta empleado y a la propia definición de lo que consideramos abuso sexual infantil.

Las definiciones clásicas de abuso sexual infantil implican siempre a un menor que por su desarrollo evolutivo no puede comprender o decidir sobre estas conductas con pleno discernimiento. Proponemos una definición más orientada hacia lo psicológico que explicaría de forma más comprensible por qué estas conductas jurídicamente punibles suponen un riesgo potencial para la salud mental de las víctimas tanto a corto como a largo plazo.

Definición y características del abuso

Cualquier tipo de abuso sexual infantil, paidofilico o incestuoso, presenta en mayor o menor medida una dosis de relación perversa entre agresor y víctima.
Esta relación perversa y no el tipo de actos sexuales realizados, frecuencia y severidad, es lo que inflige el daño psicológico a la víctima, aunque es evidente, a mayor severidad de abuso, y si viene acompañado por otras variables abusivas, mayor tenderá a ser el impacto emocional y sus secuelas acompañantes.

Al centrar nuestro interés en las víctimas infantiles de forma aislada, hemos llegado a unos indicadores de abuso sexual difusos que resultan compatibles con cualquier otro tipo de abuso o trastorno en el desarrollo infantil, así hablaríamos de problemas comportamentales como: problemas de sueño, retrasos en el habla, enuresis y encopresis, depresión y ansiedad, conducta sexual inapropiada, fobias, culpa y vergüenza, etc.

La lista es tan amplia como amplia es la diversidad de niños y las posibles variables intervinientes, básicamente variables: debidas al niño, propias del abuso, y del contexto: familia, escuela y sociedad.

Precisamente éste es el argumento disuasorio más utilizado por aquellos que defienden al agresor sexual de niños ante los tribunales. Muchas veces presentando evidencia escrita por profesionales clínicos.

Es esencial hacer entender a los profesionales que el punto de elección a la hora de determinar la existencia o no de abusos no se encuentra tanto en las posibles manifestaciones psicopatológicas que exhibe el niño, sino a lo que explica de su relación con el supuesto agresor y a la forma en que lo explica.
Estos dos aspectos han de valorarse de forma independiente y exigen una formación básica en lo relativo a los aspectos característicos de la relación, lo que aquí hemos dado en denominar relación perversa.

El aspecto complementario del problema lo situamos en el como explica el niño el abuso. Aquí entraríamos en una valoración de la credibilidad de las declaraciones del niño, cuya metodología exige otro tipo de conocimientos precisos y que desbordan al objetivo de este capitulo.

Centrándonos en la relación perversa que se establece entre un niño y un adulto cuando el segundo emprende una relación sexual del tipo que sea con el primero, consideramos de entrada que sólo en un numero insignificativamente de casos la relación sexual se da de forma súbita.

Este tipo de asaltos, realizados normalmente por desconocidos, si no son de una entidad muy severa, y ocurren de forma aislada, no suelen interferir en el desarrollo psicoevolutivo del niño.

El abuso por desconocidos es una excepción dentro de estos delitos. Lo habitual es que el abuso se de dentro de la familia - caso mayoritario de las chicas - o por amigo cercano - caso mayoritario para los chicos - investido o no de autoridad. En el segundo caso, los agresores suelen ser personas tan cercanas al entorno del menor que las relaciones se vuelven casi familiares, no adquiriendo el abuso diferencias en su desarrollo tan sustanciales como a simple vista podríamos presumir entre parientes y no parientes.

¿Qué es lo que marca una relación perversa?

En una relación perversa han de aparacer dos actores: agresor y víctima (Marie-France Hirigoyen, 1999).

El agresor es un individuo perverso narcisista y sus características son:
Aquellos que bajo la influencia de su grandioso yo, intentan crear un vínculo con un segundo individuo, atacando muy especialmente su integridad narcisista con el fin de desarmarlo. Atacan al amor hacia si mismo, a la confianza en si mismo, a la autoestima y a la creencia en si mismo del otro. Al mismo tiempo intentan de alguna manera hacer creer que el vínculo de dependencia del otro en relación con ellos es irremplazable y que es el otro el que lo solicita.

Individuos megalómanos que se colocan en una posición de patrón de referencia del bien y de la verdad.

A menudo se les atribuye un aire moralizador, superior y distante. Aunque no digan nada el otro se
siente cogido en falta Exhiben unos valores morales irreprochables con los que dan el pego y una buena imagen de sí mismos. Y denuncian la malevolencia humana.

Entran en relación con los demás para seducirlos. A menudo se les percibe como personas seductoras y brillantes. Una vez que han pescado al pez, basta con mantenerlo enganchado mientras se le necesite.
El otro no existe, no se le ve ni se le escucha, es simplemente útil. En la lógica perversa, no existe la noción del respeto al otro.
La seducción perversa no conlleva ninguna afectividad. El mismo principio del funcionamiento perverso es evitar cualquier afecto. El objetivo es no tener sorpresas. Los perversos no se interesan por las emociones complejas de los demás. Son impermeables al otro y a su diferencia, salvo que perciben que esa diferencia puede molestarles. Se produce una negación de la identidad del otro, cuya actitud y pensamientos tienen que conformarse a la imagen que los perversos tienen del mundo.
Estas palabras pueden aplicarse con una coincidencia casi exacta a los agresores sexuales de niños.

A menudo resulta desconcertante la aparente calma, falta de sentimientos de culpa y las racionalizaciones y argumentaciones de todo tipo, mediante las cuales personas probadamente incestuosas o paidofilicas enfrentan una situación de procesamiento judicial, volcando toda suerte de descalificaciones sobre sus víctimas y distorsionando la realidad de forma que sean ellos los que aparezcan como víctimas.

Esta situación y la falta de patología clara de índole clínica inducen a error a todos los que rodean al agresor que esperan, de forma ingenua, una psicopatología profunda que explique su conducta.

A modo de ejemplo, se realizó pericial psicológica a un padre probadamente incestuoso con hija de 11 años. A pesar de que la niña presentaba un embarazo del padre demostrado por prueba biológica, que este no presentaba deficiencia mental ni enfermedad psiquiátrica capaz de modificar sus aptitudes mentales, seguía negando los hechos con total tranquilidad y acusaba a la niña de comportamiento sexual provocativo y otros datos psicológicos desfavorables para ésta.

¿Cómo es la víctima?

Sabemos que unos niños tienen más riesgo que otros de convertirse en víctimas de agresión sexual. Esto es así, no porque las víctimas posean unas características de personalidad que las hagan diferentes al resto de la población infantil, sino porque presentan una mayor probabilidad de carencias afectivas.
Las carencias afectivas suceden dentro del contexto del niño y son consecuentes a maltrato infantil del tipo que sea. Podemos considerar los siguientes tipos:
Negligencia parental
Inversión de roles
Antipatía hacia el niño de los padres
Maltrato físico
Abuso sexual
Maltrato emocional – psicológico

Dentro de este entramado la víctima es seducida en una relación desigual donde víctima y agresor comparten secreto y culpa, dentro de la lógica no empática del agresor.

Otro tipo de carencias, como un bajo nivel intelectual o social, o dificultades materiales extremas, son también campo abonado para la aparición del abuso.
En la relación que se establece entre agresor y víctima del abuso, el agresor se las ingenia para obtener del niño una implicación progresivamente mayor.

La víctima es primero seducida y reforzada por una persona de su entorno que le aporta la seguridad y protección que no obtiene de las instancias donde legítimamente debiera encontrabas. A continuación es sometida al dominio de su agresor de forma que éste la ataca apuntando a los puntos débiles que se sitúan en el registro del descrédito y la culpabilidad.

Un procedimiento evidente para desestabilizar al niño consiste en hacer que se sienta culpable por la agresión. El agresor sabe utilizar todos los ardides posibles: sexo a cambio de dinero, sexo a cambio de atenciones o regalos, instalar creencias erróneas en el menor (es el niño quien desea el hecho pues no presenta resistencia física, es el niño quien ha seducido al agresor, etc.).
Para adaptarse a la situación el menor debe realizar toda una serie de distorsiones o reajustes cognitivos que den sentido a esta situación.

La propia culpa, junto con el sentimiento de ser responsables o merecedores de la agresión, si bien son los hechos que conforman el trauma, es la única manera de sobrevivir psicológicamente al suceso, pues devuelve la sensación de control a la víctima, aportando un sentido a su experiencia y disminuyendo su sensación de inseguridad ante la existencia.

Las consecuencias de esta adaptación son: baja autoestima, sensación de ser especial en su forma negativa y tendencia a entablar relaciones destructivas en el futuro que confirmen las propias autoexpectativas.

Cuando ha sucedido un abuso sexual crónico y severo las posibilidades de un menor de salir indemne sin ayuda psicoterapeútica son nulas.

Los niños que no presentan secuelas aparentes en el momento del descubrimiento de los hechos, no garantiza que no se vayan a presentar secuelas a largo plazo. Por un lado sabemos que las experiencias abusivas sitúan al niño en una posición vulnerable para el desarrollo de trastorno de estrés postraumático y dolencias psicosomáticas durante la edad adulta, por otro, muchas víctimas viven sin trastornos aparentes durante años hasta que por algún motivo los recuerdos del abuso se vuelven intrusivos y comienzan a manifestar síntomas.

Secuelas a corto plazo

A corto y medio plazo lo más importante no es incidir en los síntomas clínicos que el niño presente, sino en las estrategias defensivas que haya empleado para afrontar el abuso: disociación, autoculpabilización o autoimplicación y negación o minimización del daño son las estrategias empleadas con más frecuencia.

Estas defensas, adaptativas durante la agresión, dejan de serlo e impiden un buen ajuste emocional y un restablecimiento de la autoestima dañada. En el proceso psicoterapeútico con niños abusados es la culpa el desafío más importante para el psicoterapeuta sea cual sea el sexo del niño y del propio terapeuta.

Los efectos inmediatos o a corto plazo, en estudios no sistemáticos se han encontrado: compulsividad, hiperactividad, fobias, introversión, culpabilidad, depresión, cambios de humor, ideas de suicidio, fatiga, pérdida de apetito, dolencias corporales, cambios en hábitos de sueño y comida, hostilidad, desconfianza,...

Estudios sistematizados han obtenido las secuelas a corto plazo. El Tufts Family Program (1984) en una muestra de 113 niños un año después de la revelación del abuso mediante la Louisville Behabior Checklist observó que el 17% de los niños entre 4 y 6 años presentaban algún rasgo de patología clínica y en los menores de edades comprendidas entre los 7 y 13 años esta proporción ascendía al 40%. Los principales rasgos patológicos fueron: agresividad 50%, conducta antisocial 45%, comportamiento sexual desviado 36%, miedos 45%, comportamiento neurótico 38%, e inmadurez emocional 40%. La observación clínica o patrón de conducta que más frecuentemente aparecía era: Miedo-ira-hostilidad.

Señalaremos que existen una serie de secuelas que han de ser siempre consideradas en orden a su relevancia variable. Estas serán:
1. Confusión y ansiedad. Estas reacciones aparecen en mayor proporción cuando el menor es más
pequeño, pues constituyen reacciones poco elaboradas.
2. Culpa, angustia, y depresión. Mayores cuanto mayor es el niño, puesto que constituyen un grado de reacción mejor organizado.
3. Sexualidad inapropiada. El abuso los vuelve más susceptibles a una posterior victimización y suelen sexualizar sus relaciones, en orden a intentar ganar afecto y reconocimiento, como una franca expresión de baja autoestima (aspecto común con mujeres maltratadas).
4. Dependencia emocional. Este es un aspecto circunstancial además de su posición estructural desde el punto de vista social y su propio desarrollo psicoevolutivo.
5. Pueden presentar posiciones prematuramente adultas, en el plano sexual como en el ejercicio de roles.
6. Por último, señalaremos que la depresión y la ideación suicida es más probable según aumenta la edad de la víctima y aparece poco apoyo de la madre.

En cuanto debamos hacer frente a un caso donde exista la sospecha de abuso sexual infantil deberemos proceder de una forma racional, intentando minimizar las intervenciones evaluativas sobre el niño y su familia e intentando implementar un esquema de evaluación por pasos (Cuadro 1).

Cuadro 1. Esquema de evaluación por pasos ante la sospecha de abuso sexual en el niño

VARIABLES EXTERNAS AL NIÑO
Síntomas actuales Ansiosos y depresivos principalmente, autoheteroagresividad, sexualidad inapropiada, etc.
Mecanismos de defensa subyacentes y relativos a la situación de abuso
Negación
Disociación
Autoculpabilización
Reacción al descubrimiento
Negación / retracción
Exacerbación de los síntomas actuales y mecanismos de defensa

VARIABLES INTERNAS
Aspectos relativos a la edad, sexo y estadio psicoevolutivo

Secuelas a largo plazo
En los efectos a largo plazo del abuso habrá que distinguir entre hombres y mujeres. Los niños y las niñas objeto de abuso sexual se afectan de forma diferencial, como veremos al especificar algunos resultados sobre población forense en muestras prospectivas y retrospectivas.

Las diferencias de género en la afectación vienen determinadas porque no se abusa de la misma forma de la niña y del niño, si bien, ambos comparten el aspecto perverso de la relación establecida.

Existen variables que pueden estar incidiendo a largo plazo, como son: diferencias en la socialización de hombres y mujeres, variables biológicas (el hombre está más dotado para expresión agresiva de sus conflictos), y la tradición psiquiátrica basculada hacia los trastornos emocionales de las mujeres. Estas variables. se encuentran sobre representadas en la descripción de algunos síndromes clínicos, siendo mucho más difícil encuadrar determinados trastornos que presentan los hombres en las nosologías al uso.
En el caso que nos ocupa, es típico el agresor sexual mayoritariamente masculino.

Las mujeres fueron las primeras en llamar la atención de los clínicos sobre la posible incidencia traumática de la agresión sexual infantil en la salud mental a largo plazo.
Igual que en el caso de las secuelas a corto plazo, a largo plazo existen una serie de observaciones no sistematizadas que serían las siguientes:
Sospecha o descubrimiento parcial de abuso sexual
Validación
N O S I
Tipo de experiencia
Frecuencia
Duración
Contenido
Factores
contextuales
Aspectos relativos al descubrimiento
Dinámica anterior al descubrimiento
Reacción familiar al descubrimiento

¿Cuales son las medidas de prevención urgentes?

Hiperprotección Autoculpabilización Negación Culpabilización del niño
Medidas de tratamiento
Medidas legales
Mayor aislamiento
Más baja autoestima
Mayor miedo a los hombres
Mas ataques de ansiedad
Mayores dificultades para dormir y pesadillas recurrentes
Mayor utilización de drogas y alcohol
Mayor riesgo de suicidio y automutilación
Mayor riesgo de prostitución
Aparición de desordenes múltiples de personalidad
Desordenes en la alimentación (bulimia - anorexia)

En general se ha llegado a hipótesis tentativas respecto a las variables contextuales del abuso. Por ejemplo se correlaciona significativamente con gravedad de secuelas:
1. El abuso de padre o padrastro.
2. La existencia de comercio sexual.
3. La existencia de violencia física concomitante.
Hasta la fecha no se ha podido demostrar que el abuso sexual sea más traumático a una determinada edad, ni que la cronicidad sea peor que el acto esporádico. Sin embargo, esto no significa, desde la dificultad de la investigación y la gran variedad de variables a controlar, que esto no sea así, como observamos en algunos estudios realizados sobre síntomas del incesto (Cuadro 2):

Cuadro 2. Síntomas a largo plazo del incesto según algunos autores
Autores Muestra Secuelas observadas
Finkelhor 1979
796 mujeres población general
28% presenta algún tipo de abuso, 14% incestuoso, 30% con fuerza,
18% incesto explotativo
Baja autoestima, depresión, ansiedad, abuso de sustancias, comportamiento autodestructivo, problemas sexuales
Russel 1986 930 mujeres población general
38% abusada por adulto antes de los 18 años, 16% incesto
Formas de abuso más severas inducen más trastorno que formas de
abuso leve. La violencia física tiene un efecto negativo
Herman 1986 205 mujeres con historia de incesto
El 50% de las mujeres creía que esto había tenido un efecto negativo
en su desarrollo, 78% notaba algún síntoma clínico, 34% extremo,
23% considerable, 25% poco
Putman 1986 100 casos de personalidad múltiple El 97% de estos pacientes habían presentado una historia de incesto
Ross 1989
236 casos depersonalidad múltiple El 74% de estos pacientes habían presentado una historia de incesto

Pribor y Dinwiddie (1992) demostraron sobre población norteamericana que incluso cuando se equiparan las muestras a nivel de raza y edad (población general y población sometida a incesto), las víctimas de incesto presentan unas tasas significativamente mayores de trastornos de ansiedad (agarofobia, ataques de pánico, síndrome de estrés postraumático, y fobias), depresión y abuso de alcohol,
A parte de estos trastornos, aparece una prevalencia mayor que en la población general de cualquier trastorno mental, según lo contemplado en el DSM-III-R, excepto para anorexia, manía, juego patológico y esquizofrenia.
En cuanto al varón como víctima de agresión sexual aún existen menos estudios sistemáticos sobre efectos a largo plazo.

Aquí vamos a entresacar alguno de los aspectos más importantes que influyen en la aparición de dificultades sexuales secundarias señalados por Mezey y King (1992):
1. Confusión - ansiedad sobre la identidad sexual. En estudios sobre la población general se ha descubierto que existen más varones con preferencia homosexual entre adultos que han sido objeto de abuso sexual por parte de agresor masculino en la infancia (tasa significativa). Sin embargo, no sabemos en realidad en qué medida la relación con el agresor, el tipo específico de abuso o la duración de éste influyen en la identidad sexual de la persona.
Recapitulación de la experiencia victimizadora. La recapitulación sobre la experiencia abusiva es menos corriente que la confusión sobre la identidad sexual y la agresión compensatoria. Supone una recapitulación experiencial en la que la víctima se erige en agresor. En psicoterapia son agresores sexuales de niños, a veces el propio agresor se da cuenta de que su abuso sobre menores recrea su propio abuso sobre otros niños. Este fenómeno ocurre, aunque no siempre. Se han encontrado cifras de
hasta un 13% de agresores en tratamiento.
2. Abuso de sustancias.
3. Personalidad antisocial.
4. Efecto en relaciones futuras. Estudios clínicos aseguran que las víctimas presentan una fuerte dificultad en mantener relaciones sostenidas y significativas. Esto resulta de una falta de confianza en los demás, miedo a la intimidad, tendencia a establecer y deshacer relaciones de forma abrupta, y como un efecto perverso de recrear relaciones abusivas que recuerdan a las primitivas pautas de relación de abuso infantil.

Algunos resultados sobre población infantil forense

En la Clínica Médico Forense de Madrid se realizo un estudio sobre menores que habían denunciado agresión sexual infantil.
El estudio constaba de dos partes diferenciadas. La primera analizaba diversas variables sociodemográficas, así como secuelas apreciadas sobre una muestra retrospectiva de 59 casos: 32 niñas y 27 niños. La segunda parte constaba de un protocolo estándar de pruebas sobre una muestra prospectiva, en este caso 16 menores: 8 niñas y 8 niños.
Las conclusiones de la primera muestra coinciden con la segunda y son básicamente las siguientes:
1. La media de edad de abuso se sitúa entre los 12-13 años para los dos sexos.
2. El abuso denunciado es mayor para niñas de 109 años o menos, invirtiéndose la tendencia de los 10 años en adelante.
3. El nivel sociocultural es muy bajo. Predominan los estudios primarios en los padres.
4. El abuso por desconocido es anecdótico. En niñas predomina el incesto (75%), en los niños el abuso por conocido muy cercano (75%).
5. La gravedad del abuso es mayor para las niñas. Predomina la violación, frente a tocamientos en caso de los niños. Los abusos se superponen.
6. Las niñas que sufren abuso sexual tienen una probabilidad significativamente más alta que el niño de sufrir además malos tratos físicos.
7. El abuso tiende a cronificarse en niños y niñas por igual. La denuncia se realiza aveces años después de haber iniciado el abuso.
8. En cuanto a secuelas el síndrome ansioso depresivo es significativamente mayor en niñas que en niños.
Secuelas más aparentemente severas en niños con fracaso escolar pronunciado a partir del abuso y problemática de adaptación social.
9. En los dos grupos y en las dos muestras las secuelas emocionales son significativas en relación a la población general.
10. El grupo de menores donde no se objetivan secuelas es mayoritariamente femenino. Aquí se podría hipotitezar que esto ocurre por la edad (entre 5-10 años el número de denuncias en niñas es mayor), mayor probabilidad de presentar una reacción emocional organizada a mayor edad.

Conclusiones

La violencia como variable que puede incidir en la salud mental de las personas es un ámbito de estudio reciente, ya que la mayor parte de la violencia que reciben las personas se provoca en el ámbito domestico, y éste ha sido hasta épocas recientes un ámbito inaccesible al conocimiento público.
El niño es la persona más vulnerable a sufrir abuso o violencia y a que esta permanezca en secreto, dada su posición social.
El abuso sexual, como otro tipo cualquiera de maltrato provoca consecuencias negativas para la salud mental de las víctimas menores.
Es necesario realizar un acercamiento racional al problema para que de nuestra intervención no resulten aún más efectos negativos para el niño. Es preciso emprender programas de prevención y tratamiento que
Es preciso emprender programas de prevención y tratamiento que aún o existen en nuestro país.